Omokage



Omokage
Autor: Akahana_Sakura
Pareja: Min x ?
Género: Angst

Shim Changmin, un chico apuesto en todo el sentido de la palabra. Es más, no es exagerar decir que es perfecto.

Alto, buen cuerpo, rostro infantilmente hermoso, nariz perfecta, labios carnosos y finos, piel morena clara, ojos hermosos, cabello esponjoso y suave, delgado, lindo...lindo.

Inteligente, educado, tímido, perfeccionista, buena vos, talento para bailar, talento para actuar, amable, dulce, sutil, con dinero, buena familia...perfecto.
Pero en toda su perfección que incluía ser un imán de chicos y chicas...tenía que haber algo mal.

En este momento el estaba escondido en las cuatro paredes de su habitación llorando como una niña por que tenía el corazón totalmente destrozado...cabía decir que no quedaban si quiera partículas de su corazón.

La obscuridad que llenaba el lugar, acomodaba perfectamente la soledad y el silencio, sus sollozos eran lo único que fragmenteaban el silencio en cristales invisibles que se incrustaban en su piel haciendole sentir un hormigueo doloroso producto de tanto dolor.

El brillo que antes inundaba su mirada estaba tan apagado que sus hermosas orbes achocolatadas parecían no vivir más, sus palidas mejillas indicaban que no tenía energía para vivir.

Las pequeñas cicatrices en sus muñecas indicaban que había enterrado sus uñas numerosas veces en ellas para tal vez silenciar sus gritos de dolor.

Un espejo de cuerpo entero en la habitación, partido por todos lados, quedando unicamente unos cuantos pedazos en la madera que no pudieron despegarse por completo.

El piso estaba lleno de trozos del espejo, donde uno casi podría jurar que se podían ver el rostro de dos personas.

Suaves quejidos ahora salian de sus palidos labios, sus ojos ya eran incapaces de botar más lágrimas y sus pensamientos ya no podían enfocarse en nada.

Sus suaves manos tomaron un pedazo de vidrio del suelo y la miro con sus obscuros ojos, divisando un bello rostro ahí.

Sus ojos volvieron a umedecerse y sus dientes se aferraron a la delicada piel de sus labios, provocando que se hiciera una herida y comenzara a sangrar.

Estaba tan enamorado y destrozado que su mente no respondía más, su dolor se ampliaba con cada segundo que pasaba, ya ni toda su inteligencia le servía para levantarse.

Había dolido tanto el tener que enamorarse de uno de sus mejores amigos que ahora estaba así, había creido inutilmente en que le llegaría a querer como él lo había echo pero nunca sucedio.

Habian pisoteado su corazón como el de nadie jamás y lo habían dejado tan destrozado que era irremediable reparar el daño.

Pero sus ganas de vivir no morían. No quería saber de amor, de sentimientos ni de nada, ya estaba predestinado que sufriera.

Él jamás había sido para Changmin y solo le quedaba pronunciar con mucho sentimiento de dolor las sagradas letras de su nombre.

Todos sus sueños se habían ido con las cristalinas gotas de sus lágrimas, sin ser jamás revelados. Terminando enterrados en el rincon más obscuro y profundo de su corazón. Las palabras que había esperado decir algún día jamás volverían a siquiera ser vocalizadas por sus labios.

sus piernas se irguieron por primera vez tras tres semanas, mostrando su demacrado rostro en alto.

Ese que había estado llorando durante casi veintiun días seguidos no era aquel
Changmin que con una inocente mirada hacía desmayar a quien estuviera en frente suyo, no ere el Changmin que pensaba antes de actuar y aunque tímido su orgullo siempre estaba en alto.

Con su mirada en alto miró uno de los retasos del espejo que todavía se mantenía pegado en la madera.

-Superaras esto Shim Changmin, tu jamás te acobardas, la vida sigue y por que él no te corresponda no vas a morir, no volveras atras jamás aún así el pasado te atormente empezaras de nuevo a vivir, pero el amor ya no cabera más en ti-su mirada fija en el retaso de espejo se cerro, dejando caer una última lágrima...dejando atras el pasado para mirar el presente y un futuro brillante.

El amor que mata personas le ayudo a darse cuenta que...por eso no se puede destruir tu propia vida.

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